CONVENIENTES RECORDATORIOS ©
Por Nacho Navarro
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Le habrá pasado al lado de alguien, que de repente esa persona se llevara su dedo índice a la boca en señal de guardar silencio, o su codo hundiéndolo en nuestras costillas -sin previo aviso- empujándonos a cerrar la boca para no decir alguna tontería o, por lo contrario: a hablar, sobre todo si somos personas tímidas que disgusta o da miedo expresar opiniones en público o ante jefes y/o superiores.
Estos “amables” recordatorios -coincidirá- empezaron casi siempre en casa con nuestras mamás siendo aún pequeños, y vienen al caso percibo, si observamos detenidamente, cuánto nos han ayudado desde entonces a dejar de meter la pata, como decimos aquí, o nos impulsaron a expresar nuestras ideas en el momento adecuado, recordará.
Pero igual de frecuente y no tan evidente como estos dos RECORDATORIOS, que también nos “empujan” a tomar decisiones algo distintas y nos influyen a usted y a mí, es; por ejemplo, cuando vamos al super con nuestra listita de compras preparada previamente, y acabamos adquiriendo un montón de cosas que no habíamos incluido.
¿Qué nos ocurrió?
Aquí conviene distinguir, dentro de las varias posibilidades que pudieron ocurrir, estas dos que le sugiero:
1.- Ya estando allí y al ver los exhibidores, recordamos necesitamos algunas de esas cosas y las agregamos al carrito. Oportunidad aprovechada, con la que estará de acuerdo, o
2.- Hicimos compras innecesarias, no previstas, llevados, las más veces, por lo que los expertos en mercadotecnia llaman, impulso. Hechas, según los que saben, influidos por la percepción sensorial y, muy importante, lo fácil que fue hacernos de ellas al haber sido colocadas a la vista de todos, en lugares identificados y con tránsito frecuente, vr.gr.: entradas y salidas, cajas registradoras, presentaciones en colores llamativos o quizá el tamaño de los precios de las ofertas, más que por la razón (Cf. Las 22 leyes inmutables del marketing de Al Ries y Jack Trout Ed. McGrawHill 2008).
Esto último quizá puede ocurrir -entre otras razones, percibo- por lo poco que tenemos incorporada a nuestra arquitectura personal, la cultura de reflexionar tranquilamente sobre las consecuencias, no sólo monetarias, sino más interesante creo, a cómo repetidamente estamos decidiendo lo que decidimos, día a día. Para ello, convendría aplicar a nuestra vida, esta interesante información que le comparto:
Desde hace cuarenta años, un grupo de economistas viene analizando la conducta humana y sus implicaciones favorables o desfavorables, según el caso, cuando se toman decisiones relacionadas con el dinero, como sería; por ejemplo, cuánto del salario conviene ahorrar para el retiro y no ahorramos; cuánto y en qué gastar los incrementos de ingresos o la tendencia de darle mayor valor a la casa habitación, cuando se quiere vender, entre otros interesantes análisis (bbc.com/mundo/noticias-41571744).
A este estudio económico, se le conoce como La Economía del Comportamiento (Behavioral Economics, en inglés), dada la interrelación entre la conducta humana decidiendo en asuntos económicos.
Uno de sus fundadores acaba de ganar el Premio Nobel de Economía 2017, el estadounidense Richard H. Thaler (72), actualmente profesor de esa materia en la prestigiada Universidad de Chicago. Institución, por cierto, que su profesorado ha ganado más de un tercio de los 79 de estos Nobel (Contenido. Octubre 2017).
Hoy sus aportaciones y sugerencias, con este reconocimiento, traspasan la frontera de lo estrictamente académico-económico, afortunadamente.
En su libro Un pequeño empujón (Nudge) Ed. Taurus 2009 Thaler, destaca y sugiere; por ejemplo, interesantes alternativas para inducir a las personas a tomar mejores decisiones sin imponérselas a la fuerza (Cf. excelsior.com.mx/dineroenimagen.com 2017-10-13).
Esto por supuesto que nos inspira -independientemente del ámbito de nuestras ocupaciones- a facilitar la toma de nuestras decisiones; lo que en el 2010 ya sucedió con el gobierno británico creando la “unidad del empujón” para incentivar a sus ciudadanos a pagar sus impuestos (bbc.com/mundo/noticias-41571744).
Y como el mismo Thaler repite “Mi mantra es que, si quieres ayudar a las personas a cumplir una meta, la hagas sencilla para ellas.” (El Economista 12 de octubre 2017). Que también podemos adoptar a nuestro favor y de quienes están cercanos, sin duda.
De aquí que le rete, inspirados en estas documentadas aportaciones de Thaler a entrenarnos -acompañados de personas adecuadas, mejor- a incorporar, siempre antes de decidir, CONVENIENTES RECORDATORIOS que nos faciliten hacernos conscientes de no actuar atrapados por nuestros irracionales arranques y/o sentimentalismos o, peor aún, de la publicidad de moda.
¿Acepta?