Por Nacho Navarro
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Actualmente experimentamos circunstancias que nos hacen sentir de repente, yendo al pasado y nos sitúan en épocas que creímos superadas en MX, cuando; por ejemplo: nos enteramos que poblaciones siguen sometidas por grupos narcotraficantes que llevan a sus habitantes de bien a tener que emigrar y al ver las violentas imágenes nos retrotraen, casi a la guerra civil cristera que experimentaron nuestros abuelos y/o vice abuelos; la enorme cantidad de personas desaparecidas; impotentes enterarnos que en el IMSS no atienden a colaborador accidentado por falta de material y disponibilidad de salas de operación; gasto gubernamental clientelista y acarreador que ingenuamente creíamos desterrado. Mientras las fuerzas públicas de seguridad, sin el personal adiestrado y equipos adecuados, se exhiben incapaces ante los asesinatos y robos en vías públicas -hoy captada por teléfonos inteligentes- como nunca….
Sin importar la edad o condición social que tengamos coincidirá, lo anterior nos desafía, por lo cual conviene poseer hábitos y conductas que nos preparen, impulsen y sostengan inteligentemente nuestra arquitectura humana de la mejor manera HACIA ADELANTE. Por lo siguiente:
Recuerdo a nuestra sabia matriarca y abuela materna -durante la merienda- narrarnos su aterrador miedo a que era sometida jovencita junto a su familia, cuando en la guerra civil cristera les avisaban despavoridos rancheros de la llegada de soldados en busca de cristeros. O viceversa, cuando llegando estos huyendo de los federales, solicitaban a las puertas de su casa lo mismo que los pelones: comida, bebida y apoyo económico. Y hasta en un descuido, una señorita.
Años después leyendo dos de las excelentes novelas del ilustre jalisciense Don Agustín Yáñez (1904-1980): Las tierras flacas (1962) y Al filo del agua (1947), que describen en mi opinión, la génesis de lo mexicano desde por lo menos el siglo XX, me trasladaron a lo que escuché a mi abuelita vivir. Muy parecido.
Desde entonces recordar el testimonio de Doña Conchita (qepd), observándola bien plantada y yendo HACIA ADELANTE, es sin duda uno de los valiosos ejemplos, entre muchos, que me inspiran y mueven.
Del pasado, nos insistía a sacar el mayor provecho y traer al presente, solo lo que nos haga mejores y agradecidos. Así; por ejemplo: agradecía y se le notaba a kilómetros, lo bueno de vivir en paz. ¡Claro!
No solo para beneficio nuestro repetía, sino -muy importante- de quienes conviven con nosotros.
Para ello percibo, igual nos ayudará alcanzar en cada uno de nosotros, lo que el brillante médico y científico de la conducta humana, profesor de Harvard, el norteamericano William James (1842-1910), descubrió y concluyó: “El arte de ser sabio es el arte de saber qué pasar por alto.”
Y sí, la ruta de James para lograrlo coincidirá está en el descubrir cada uno: en el qué pasar por alto… que, si está de acuerdo, muchísimas veces no es fácil vivir o erróneamente esperamos nos lo señalen otras personas, mucho menos comprarlo en una farmacia y creer que YA la hicimos, ¿no?
Lo que sí nos puede acercar a experimentar lo que concluyó William James, es poner en práctica creo, algunos o todos los 16 consejos prácticos que el inteligentísimo sabio Santo Tomás de Aquino (1225-1274), recomendó a su discípulo Juan y que podemos intentar viviendo en las actuales circunstancias y así, ir HACIA ADELANTE lo mejor posible, siempre. Aquí le comparto 10, en el orden en que él se los escribió:
1.- Ir de lo más fácil a lo difícil
2.- De poco hablar y pocas conversaciones
4.- Oración permanente
5.- Estar solo con amor para introducirse en la sabiduría
11.- Imitar a los hombres de bien
12.- Conservar sólo lo bueno
13.- Comprender lo que leas y oigas
14.- Resolver todas tus dudas
15.- Acumular todo lo que puedas en tu mente
16.- No busques lo que te sobrepasa
Asegurándole Santo Tomás a este discípulo: “Si sigues estos consejos, podrás alcanzar lo que deseas.” (Cf. Santo Tomás de Aquino Su vida, su obra y su época. Por Eudaldo Forment Ed. BAC 2009 Págs. 40-41)
Lo mismo -estoy seguro- nos puede suceder a usted y a mí, si empezamos a vivirlos, ahí donde estemos.
Por lo que le invito y deseo. ¡Lo mejor siempre!