TODOS LO JUGAMOS ©
Por Nacho Navarro
innavalle@hotmail.com @NachoNavarro8
Quizá no juegue algún deporte, ni está interesado(a) en aficionarse, le entiendo. Sí se ejercita o sigue alguno, felicidades. Aunque no deseo detenerme en ello, sino invitarle a que tomemos conciencia del “juego” que sí, todos practicamos, y quizá no nos cae el veinte, aun. Vea.
Leyendo estos comentarios, usted ahorita tiene su atención en entender lo que le escribo, si no, muy probablemente ya está practicando este “juego”, con una facilidad increíble: la dispersión mental; por cierto, muy democrática, ya que agarra parejo y la ejercemos a nuestro ritmo y cultura. Aunque no conviene sentirse “orgulloso(a)” de esta “democracia”; le comparto.
La dispersión, coincidirá, es una inoportuna y, en muchos casos, costosa distracción, con la que perdemos de vista lo importante –aquí póngale el nombre que quiera- por algo que no lo es. Así; por ejemplo, queremos mejorar nuestro desempeño o logros como mamá, papá, hija(o), empresario, directivo, profesionista, empleado, estudiante o miembro de alguna organización y con las acciones que deseamos poner en práctica -si es con la ayuda de algún serio profesional, mejor-, empezamos instantáneamente en nuestra mente, con todas las distracciones y obstáculos mentales; aquí algunos: la vergüenza al fracaso, que inmoviliza; la duda sin ton ni son; las repetidas diarreas mentales, tipo no podré, no me apoyan, no me comprenden o quieren, los demás me estorban, siempre “es” lo mismo, etcétera; la mayoría de veces, “existiendo” sólo en nuestra cabeza, influenciados quizá, por la extendida cultura de resaltar lo malo de todo, de todos.
De aquí que nos resulte conveniente en lo que queramos lograr, hacernos conscientemente cocientes que lo que queremos empieza, sigue y termina siempre en nuestra mente; seguido -¡claro!-, de las ejecuciones puntuales y flexibles, alineadas con lo que buscamos y conviene. Lo contrario, es nomás engañarnos y gastar energía a lo…tonto.
Esta fue la observación que en los años 70´s el autor norteamericano Timothy Gallwey (74), ex miembro en los 60´s del equipo de tenis de la universidad de Harvard, documentó y plasmó en su interesante y practico libro El juego interno del tenis, que más tarde aplicó y escribió para otras disciplinas; como, la música, esquí y el trabajo, también; confirmando, observo, la dada a conocer en los 30´s por su paisano, el investigador y asesor presidencial Napoleón Hill (1883-1970).
Toda su tesis y metodología, aplicada por cierto, en muchas empresas de clase mundial, Tim la resume magníficamente, percibo, de la siguiente manera: “Todos los juegos exteriores son diferentes, pero el juego interior es siempre el mismo”.
Esta viene a ser, creo, una de las más comunes razones, identificadas por estos dos investigadores-asesores, por las que no nos salen las cosas, cuándo y cómo queremos. Aunque, también en ellas nos ofrecen y demuestran métodos prácticos y asequibles, para lograr enfocarnos en lo que queramos, desplazando de nuestra mente la negativa dispersión, entre otras barreras. Tim sugiere, hacernos acompañar periódica y sistemáticamente de serios asesores-entrenadores, para -¡permítame la redundancia!- entrenarnos con exigencia y oportuna anticipación, ya no sólo en algún deporte, sino, aquí lo interesante, en nuestro desempeño como empresarios, directivos, empleados o personas que simplemente quieren mejorarse con seriedad y constancia.
¡Lo que nos deja sin pretextos!