LA MISMA CANTALETA. ©
LA MISMA CANTALETA. ©
Por Nacho Navarro.
innavalle@hotmail.com
Quienes vivimos en México, por lo menos desde hace más de 20 años (5 mundiales de fútbol) hemos sido testigos –nos guste o no ese deporte- cómo el equipó nacional ha sido eliminado de esa competición internacional, en los octavos de final.
Observando inmediatamente de esas ya comunes eliminaciones, un sinnúmero de justificaciones de quienes controlan y viven de dicho deporte: “que si el árbitro ayudó al equipo contrario; que habrá –ahora sí- que analizar qué les pasó al entrenador y jugadores mexicanos; que habrá –por enésima vez- que prepararse muy bien y con tiempo para el próximo mundial, para alcanzar una mejor posición, etc., etc., etc.” Y en cuatro años más, casi aseguro, habrá los mismos resultados. ¡Y las mismas justificaciones!
Ante esta realidad, estaremos de acuerdo, por lo menos, en una cosa. Seguir con lo mismo de siempre, nos asegura, desde ahora, los mediocres resultados de siempre. Esos, por los que folclóricamente los mexicanos somos descritos con esta frase que nos duele hasta el alma: los del ya merito; los del sí, pero no. En otras palabras, los que nos quedamos en el podrían, pero -a la mera hora- no la hacemos.
Con mucha seguridad, no somos, usted y yo, parte de las organizaciones que controlan a ese deporte. Sin embargo, allí donde estemos habrá personas aficionadas al fútbol, que influidas por el desempeño deportivo mexicano, provoquen ambientes negativos. ¡Qué se le va hacer!
¿Imagina la cantidad de tinta, tiempo y palabrería a que en los próximos días esteremos sometidos? Escuchando, sin preguntarnos, los porqués y los cómos –dizque- para que los mexicanos dejen su mediocridad. ¡Sí, cómo no!
De aquí que nos convenga -percibo- que de verdad y enserio –por lo menos usted y yo- aceptemos qué para hacer que las cosas cambien para bien en este país, no solo en este deporte, conviene pensar y actuar de manera diferente y positiva, allí donde estemos.
De lo contrario, seguiremos siendo parte de esa cultura (costumbre) tan extendida en el país que para todo encuentra justificación y, sobre todo, culpables. ¡Qué fácil!
¿No le parece?

