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SABIDURÍA PARA ESTOS TIEMPOS ©

Por Nacho Navarro
nachocontracultura@outlook.com

Asisto con regularidad a consejos de negocios, hoy le participo de uno de los más grandes centros de abastos del país. Lo preside un exitoso comerciante del centro de la república, acompañado por otros empresarios e inversionistas, lo mismo que de profesionistas colaboradores de esa importante central de abastos.
Todos me resultan interesantes, por los temas agendados y la manera de abordarlos con profesionalismo, responsabilidad y libertad que nos enriquece sin duda, y más observo por la sabiduría con que nos beneficiamos a través de las recíprocas e inteligentes opiniones respaldadas con datos y la prudente experiencia de cada uno.
Como en el último consejo por un alto directivo, dicha fuera de agenda: “El 80 % de los mensajes en el WhatsApp es chisme, basura y perdedera de tiempo”.
De aquí la conveniencia percibo, de prepararnos en esta época de alta velocidad en internet, PC´s y los llamados teléfonos inteligentes para hacernos no sólo de atinados datos y hechos constatables, siempre preferible a las extendidas ignorancias y/o noticias falsas, sino -ojo- de sabiduría; por lo siguiente:
Se atribuye al filósofo griego Aristóteles (384 a. de C. – 322 a. de C.) a aquella observación de que: “Lo que tenemos que aprender, lo aprendemos haciéndolo.”
Y usted se podrá preguntar, tratándose de sabiduría, ¿cómo le hacemos? Le comparto.
El DRAE en sus dos primeras acepciones la define como: “Grado más alto de conocimiento” y “Conducta prudente en la vida y en los negocios”, respectivamente.
Si usted y yo tenemos la cultura de incorporar lo anterior a nuestra arquitectura personal, aprovechando lo que esté a nuestro alcance y posibilidad, creo que invariablemente tendremos altas posibilidades de conducirnos con la oportuna prudencia en la vida, negocios y demás ambientes donde habitualmente estemos. Si no, atengamos a las consecuencias atribuibles solamente a usted y a mí. A nadie más.
Una ayuda valiosa para crecer en sabiduría, más allá de nuestras particulares circunstancias, es aprender me parece de lo que hicieron personas consideradas sabias, que influyeron para bien, con su vida imitable, o igual hacen personajes de nuestro tiempo, pero que ahogados por la propaganda de las agencias de relaciones públicas atiborrando los sitios informativos con personas escandalosamente ridículas, usted y yo, dejamos de informarnos de ellas que sí gozan de un alto conocimiento y son exitosas por conducirse prudentemente, lejos de la superflua fama pagada. Esto último confirma, me parece, la queja del directivo arriba descrita.
Quien sin duda reúne estas características, es el chino Confucio (551 a. de C. – 479 a. de C.), fundador de una de las dos sabidurías para la vida que más ha influido para bien en su país, hasta el día de hoy y de quien tuve la oportunidad de visitar su hermosa casa, lo mismo que su tumba en China: el Confucionismo. La otra es el taoísmo fundado por Lao Tse (604 a. de C. – 541 a. de C.).
Así se dice que algo que le influyó a prepararse con excelentes maestros sabios de su época, para después convertirse en el mejor consejero y maestro de príncipes y emperadores, dando origen a la arquitectura social de China que prevalece aun hoy, no obstante, el fracasado intento comunista por desaparecerla, fue esta máxima china anónima que leyó joven: “Todos los hombres nacemos iguales, sólo nos diferencian la educación y el ambiente donde nos formamos.” (cf. Confucio por Manuel Yáñez colección Grandes Biografías Editorial Promo-Libro 2002).
Imitarlo en esto tiempos de abundantes «sabios» patito, nos conviene.
Le invito

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