Por Nacho Navarro
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Ya gozando el sabroso frio del invierno 2013, acompañado del rico olor y sabor de las mandarinas que por estas fechas abundan en nuestro país, a Dios gracias, lo mismo que asimilando el término coloquial de la palabra inglesa “cool” (enfriarse, frío en español) que mi hija María José y los jóvenes repiten cuando una cosa les gusta o atrapa su atención, me inspiran a compartirle lo siguiente:
Estará de acuerdo que en general los mexicanos, junto con los demás pueblos latinos, somos de sangre caliente. Aceptarlo es un buen paso para sacarle provecho, percibo, porque ni falta hace que a las primeras de cambio, como decimos en México, usted y yo reaccionemos “acalorados”, no se diga si el tema es de fútbol, actores o actrices, personajes públicos, y más si nuestras opiniones, comentarios, sugerencias, propuestas en familia, negocio, trabajo, asociación vecinal, escuela, amigos; por ejemplo, son rechazados o, peor, menospreciados (eso imaginamos), para que literalmente nuestro cuerpo entre en calor y como culturalmente decimos aquí, la sangre se nos sube a la cabeza y -¡zaz!- el regadero de ofensas, pensamientos negativos, malas decisiones y demás constelaciones negativas dejamos o provocamos, entre otras “chuladas”; por lo que observo conveniente entrenarnos a enfriarnos usted y yo, antes de actuar, allí donde estemos.
De entrada admitamos no es fácil, ni la cultura que nos rodea e influye propicia a mantenernos con el cerebro y mente fríos, lo contrario. Basta mirar nuestros pensamientos y platicas que cotidianamente mantenemos, las más en tono poco proactivo o francamente pesimista. Le reto: obsérvese. Verá la basura que pensamos y se nos mete en el cerebro, como la humedad, en todos lados y ambientes.
¿Algún día acabarán nuestros problemas? Sí, el día de nuestra muerte, por lo que bien haremos si ante las cotidianas dificultades (chicas, medianas, grandes, reales o inventadas), logramos enfriarnos y así atender y preparar cada una de nuestras acciones-respuestas en la vida. Calientes de la cabeza, sólo nos estacionamos en lo mismo que venimos haciendo y reaccionando por años. ¡Dígame que exagero!
Y no hace falta que nos convirtamos en campeones del triatlón extremo de invierno que practica el cirujano ortopedista alemán que recién la televisión pública dw de ese país reportó en español, para literalmente enfriarnos; más bien basta que nos entrenemos en la acción que este especialista galeno admite le hizo campeón: “el triunfo te lo da la cabeza, el cuerpo hace el resto” ¡Interesante!
Pero no me crea, mejor inténtelo.
¡Feliz navidad y un año 2014 estupendo para usted y sus seres queridos!