ENTRENANDONOS PARA LA SIMPLICIDAD ©
Por Nacho Navarro
ignacionavarrova@hotmail.com
Le invitaba a simplificarnos nuestra vida que le exponía, está medio complicada; antes, conviene decir que cualquier simplificación necesita disposición, sobre todo de nuestra cabeza, con sus mejores pensamientos para que la simplicidad que queramos, funcione. Si no, en el mejor de los casos, haremos una de esas fanfarronadas que nos repetimos y presumimos “hacemos” a quienes tienen la paciencia de oírnos, que después de echarse nuestros rollos de esto y lo otro y viéndonos correr de allí para allá, sin ton ni son, acaban convencidos de que somos -¡adivinó!- complicados o, peor, acomplejados.
De aquí que sea interesante, percibo, empezar por definir tranquilamente cuáles son nuestras prioridades –ojo- no las de la pareja, hijos, papás, hermanos, amigos, jefe, socios, vecinos, clientes, colegas, lectores o subalternos, como lo hacemos muchas veces sin que nos lo soliciten, influidos observo, entre otras cosas, por la cultura de querer que otros “hagan” lo que se nos ocurra o toca. ¡Qué fácil!
Para esto le sugiero pongamos en práctica dos útiles herramientas a nuestro alcance: el principio 20/80 o de Pareto y La Prueba del Elevador de Mckinsey, que brevemente le comparto, respectivamente a continuación:
Vilfredo Pareto (1848-1923) fue un inteligente y práctico científico italiano que después de múltiples observaciones sobre la generación y distribución de la riqueza, creó el concepto con el que desde entonces puede prever y medirse, según este científico, cómo se genera y distribuye la misma y se conoce como eficiencia de Pareto o principio del 20/80, aplicable también a la vida diaria y sus prioridades, además de, por supuesto, al tiempo y recursos que disponemos.
Y si nos animamos a usarlo para decidir nuestras prioridades, miraremos convenientemente, que atendiendo al 20% de ellas (las menos), de acuerdo a su importancia, nos generan el 80% de nuestros logros (los más), junto, por ejemplo, con lo que necesitamos de bienestar, ingresos e interrelaciones, por citarle sólo tres beneficios.
Pero no me lo crea, hágase un favor y comience por observar en qué trae y/o invierte su cabeza, tiempo y recursos. Se dará cuenta, muchísimas veces, cómo equivocadamente lo desperdiciamos en complicadas y desgastantes, perdón, tonterías.
McKinsey es la consultora más solicitada del mundo en la toma de decisiones; fue fundada en 1926 en Chicago, IL., por un contador que, por cierto, dio origen a la contabilidad gerencial y fue profesor de la prestigiosa universidad de esa ciudad norteamericana. De esta consultora han salido famosos escritores y consultores de los negocios, como Tom Peters (70), muchísimos directivos de las más grandes multinacionales gringas y de otros países, México, incluido. Cuando estructuran las presentaciones a sus clientes, en Mckinsey ponen especial atención a la organización y la simplicidad, inventado una regla sencilla que ponen en práctica y a la que denominan: La Prueba del Elevador que la explican de la siguiente manera: “Algunas veces no contará con mucho tiempo para presentar su caso. Conozca su solución (o producto o negocio) tan bien, que sea capaz de explicarlo con claridad y precisión a su cliente durante los 30 segundos que duraría un desplazamiento en un elevador. Si puede hacerlo, quiere decir que comprende suficientemente lo que está haciendo.” (cf. La mente de McKinsey. Editorial Panorama pág. 109). Muy oportuna de practicarla, percibo, para cuando nos salga lo “rollero” o complicado, ¿no?
¡Le invito!