Por Nacho Navarro
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A lo mejor usted ha captado recientemente, cómo en los medios están apareciendo, como nota destacable, lo que llevamos años usándola cotidianamente a nuestro favor:
La Inteligencia Artificial, mejor conocida por sus iniciales como I.A.
Que, por cierto, el DRAE define como: Disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico.
Inicialmente, desde los años 50´s se empleó a través de las denominadas MAINFRAMES, maquinas computadoras grandototas (hardware) -utilizadas por varias personas a la vez, en el mismo sitio- programadas con gran capacidad (software) para procesar muchísimos datos, en relativo poco tiempo y emitir los resultados mediante ruidosas impresoras mecánicas, con hojas de papel continuo.
Esto, mucho antes que existiera el Internet. Que apareció hasta 1969.
Hoy estas enormes máquinas siguen usándose. Modernizándose y actualizándose continuamente, con amplios, complejos y bastos diagramas de flujo, mejor conocidos como algoritmos, que son convertidos en potentes programas de computación, con gran capacidad para procesar información de manera más amplia y rápida.
Google, Wikipedia, Bing, Twitter, Meta, Instagram, WhatsApp, Zoom, WeChat, correo electrónico, sitios web y los denominados tutoriales, principalmente a través de las laptops y/o los llamados teléfonos inteligentes, estará de acuerdo, son las herramientas más frecuentes, en cómo hoy nos informamos, aprendemos y comunicamos, gracias a estos útiles inventos, que -muy importante- debemos reconocer, agradecer y aplaudir.
Usted si lo desea, puede constatar, mirando en los videos disponibles en YouTube, las enormes fábricas robotizadas de Tesla o los almacenes inteligentes de Amazon, por citar dos ejemplos con presencia en nuestro país, que utilizan en sus procesos de control, producción, almacenamiento, seguimiento y distribución, cantidad de robots programados y comandados desde estas súper computadoras, con I.A., las 24 horas.
Ya con el avance tecnológico de los microprocesadores o chips, los 70´s fueron testigos del expansivo inicio de la comercialización de las denominadas minicomputadoras, mejor conocidas como computadoras personales, inicialmente, para usarse sólo en escritorios.
Fue hasta 1982, que apareció la computadora portátil, mejor conocida como laptop.
Pero no deseo escribir sobre computación. No soy experto, sino de lo conveniente de volvernos usted y yo personas más inteligentes y razonables, en beneficio nuestro, de quienes están cerca y de quienes no lo están, también. Por lo siguiente:
Primero, conviene recordar, que los seres humanos hemos desarrollado en nuestro cerebro la más amplia corteza frontal de los vertebrados, en la que los neurocientíficos identifican importantes funciones cognitivas de ejecución y comportamiento humano (Cf. Neuroanatomía Autores los profesores de anatomía Alan R. Crossman y de neurología D. Neary de la Universidad de Manchester Ed. Elsevier Castellano 6ª. Edición 2019), que equipado para conectarse hacia el exterior y captar de ahí información, a través de nuestros cinco sentidos: vista, oído, olfato, tacto, gusto, equivaldría -usando el lenguaje computacional- a nuestro hardware natural.
Este cerebro, es el equipo NATURALMENTE INTELIGENTE instalado, en usted y en mí, que nos habilita para procesar todos nuestros conocimientos y habilidades, que incorporamos a lo largo de nuestra vida, a través de nuestra inteligencia y voluntad, y solo así, convertirnos en los únicos animales razonables, tal como lo explica magistralmente Santo Tomas de Aquino (1274/1275-1274) en su interesantísima obra, la Suma Teológica al comienzo de la I-II ae. Lo que, hablando en lenguaje informático, vendría a ser nuestro software.
Con lo anterior queda evidente cómo la I.A. es una herramienta -invento del ser humano- inspirándose en la manera dónde y cómo ejecutamos nuestros pensamientos y, en su momento, los convertimos en acciones que nos hacen a usted y a mí: únicos e irrepetibles personas. En fin, verdaderamente seres humanos.
Que parafraseando lo que observó el gran Aristóteles (384 a. C., 322 a. C.), se podría decir hoy:
“La Inteligencia Artificial, imita a la INTELIGENCIA NATURALMENTE HUMANA.”
Por lo cual, conviene -me parece- incluir en nuestra arquitectura personal una mejora continua a estas dos importantísimas de nuestras capacidades:
A. El cerebro: hardware humano, y
B. La forma cómo pensamos y percibimos: software natural.
Empezando, por hacernos, por lo menos, estas dos preguntas:
1.- Qué hábitos nos ayudan a conservar y potenciar nuestra salud y capacidad cerebral, y
2.- Qué conocimientos-habilidades nos conviene cultivar, incorporar, mantener y, muy importante, prevenir y/o eliminar c/u.
Semejante, a cuando evitamos meterles información basura, o instalamos antivirus informáticos a las computadoras.
O adquiriendo; por ejemplo, el hábito de barrer, lo que se conoce como «basura mental» que se nos mete en nuestra cabeza, y hace -entre otras cosas- RUIDO que nos lleva a emitir juicios fallidos y/o tomar decisiones poco o nada asertivas. Como lo demuestra la brillante y documentada investigación del galardonado con el premio nobel de economía 2002 Daniel Kahneman (89) y el consultor en tomas de decisiones estratégicas Olivier Sibony (56), en su libro RUIDO de Ed. Debate Edición 2021.
Si es acompañados, mejor.
Así, sin duda, aseguraremos que nuestra INTELIGENCIA, que la vida nos dotó NATURALMENTE se conserve, potencie, expanda útilmente en nuestro beneficio y de los demás. ¡Lo mejor, siempre!
Le invito.