50 Y 50 ©
50 Y 50 ©
Por Nacho Navarro
innavalle@hotmail.com
No piense que me refiero a la tradicional respuesta de algunos abogados, cuando en los litigios difíciles así les responden a sus clientes como posibilidad de éxito, sino compartirle lo conveniente de aplicar la suma de esfuerzos, allí donde estamos. Solos, usted y yo, será difícil, si no que imposible.
Y para esto, permítame valerme de dos grandes mujeres norteamericanas, ejemplos universales percibo, sin duda, de lo interesante de aplicar esta magnífica suma 50 y 50: Helen Keller (1880-1968) y su maestra Anne Sullivan (1866-1936), por espacio, sólo me referiré a algunos pasajes en donde la vida de ambas mujeres se cruzaron e influyeron poderosa y recíprocamente:
Helen antes de sus dos años de vida quedó privada de los sentidos de la vista y oído, que acabaron por dejarla muda, creciendo como una niña tremendamente incomunicada en estado casi salvaje, causando tristeza a sus familiares, uno de los cuales hasta la “creyó” retrasada mental y le daba pena mirarla, era la época en que iniciaba la enseñanza a los ciegos y, junto a los sordos, se les clasificaba oficialmente como idiotas, por que se creía que no tenían remedio para sus deficiencias.
Afortunadamente sus padres tomaron una decisión que cambiaría positivamente para siempre la vida de Helen, a sus siete años: contrataron a Anne, profesora recién graduada del Instituto para ciegos, quien era huérfana y había nacido casi ciega, pero con abnegada devoción, firme y constante entrenamiento, al tiempo que construía una amistad con Helen, no sin contratiempos (la niña por mucho tiempo no logró relacionar los objetos que tocaba y lo que ella le deletreaba en la palma de su mano), hasta que un día de abril logró que Helen finalmente entendiera que todo lo que se encontraba a su alrededor tenía un nombre, fue cuando Anne puso su mano bajo el chorro de agua y en la otra le deletreó la palabra A-G-U-A, por lo que este esfuerzo, 50 y 50, no solo llenó la historia de Helen de estupendos pasajes, como el asistir a la universidad, lograr aprender Braile, entender y expresarse en inglés, francés y alemán; sino provoco que Anne legara a las generaciones posteriores un modelo de entrenamiento efectivo, para este tipo de discapacidad. En 1962 Hollywood llevó a la pantalla la vida de esta entrenadora bajo el título en español El milagro de Anne Sullivan, llevándose ese año el Oscar a la mejor actriz, interpretada por Anne Bancroft (1931-2005).
De aquí que me parezca conveniente, sin duda, aplicar allí donde estemos esta suma 50 y 50, cuyas combinaciones serán infinitas, si pensamos que la podemos hacer con nuestra pareja, hija(o), papá, mamá, hermana(o), tío(a), amigo(a), socio(a), colega, compañero, empleado(a), cliente, proveedor, vecino(a), etc., mejorándonos la arquitectura humana, recíprocamente.
¿Se atreve?