Por Nacho Navarro
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Coincidirá que por medio de las llamadas redes sociales y los cada día más avanzados aparatos celulares y tabletas electrónicas e internet de alta velocidad, el intercambio de información y contactos entre personas se ha extendido de manera impresionante junto, conviene admitirlo, a la trivialización de temas insulsos y superficiales que se trasmiten y “suben” a estos macro portales, aunado a la saturación de propaganda comercial en dichos sitios, que enmascara, percibo, entre otras cosas, la ausencia de inteligentes y sanas conversaciones personales que nos inspiren y suban el nivel.
Sí la tecnología de la comunicación es maravillosa, y hoy podemos enterarnos casi instantáneamente; por ejemplo, si caímos en la moda de las redes sociales, de la última ocurrencia de fulanita o zutanito, chiste lépero y demás chismes, que nomás distraen de lo importante, conviene reconocer.
Sé de varias empresas serias que interesadas en el buen desarrollo de sus colaboradores y aprovechamiento del tiempo, ya les impiden dentro de sus instalaciones y sistemas de cómputo el acceso a cualquiera de estas redes sociales. Pero no deseo detenerme en ello, sino invitarlo a entrenarnos para charlar y conversar de manera que después de hacerlo, usted y yo acabemos enriquecidos, o porque aprendimos y descubrimos algo nuevo, comprendimos mejor aquello, expresamos nuestros puntos de vista serenamente o simplemente intercambiamos ideas que a la mera hora, nos mejoren; por lo que aquí, brevemente, le comparto:
Estoy de acuerdo que el sentido último de la cultura, como escribe nuestro sabio Gabriel Zaid (79) es “la revelación, el asombro, las ganas o la furia de vivir, el amor al arte, la pasión de entender, la inspiración creadora, la plenitud personal y colectiva.”
Para Zaid la cultura también es “una fiesta de amigos, en la que todos contribuyan con sus propios recursos de imaginación y talento, iniciativa, cosas o dinero, al margen del Estado y el mercado.” (cf. Dinero para la cultura. Pág. 17. Debate), qué duda cabe después de leerlo, que nos conviene retomar la cultura de la charla, conversación y tertulia amable que nos haga mejores a usted y a mí.
Y claro que charlar se aprende charlando, conversando con los amigos, familiares, colegas y con quienes nos mejoren, aunque no piensen como nosotros, esto último no es algo que hagamos frecuentemente. Más bien buscamos hacerlo con quienes coincidan en nuestras ideas y puntos de vista, lo cual no está mal, pero nos ha impedido, observo, avanzar en la cultura del sano intercambio de ideas, puntos de vista, que siempre estará de acuerdo, nos dejan valiosos aprendizajes. Aquí hay mucho para entrenarnos en México.
Una manera práctica de lograrlo, es observando; por ejemplo, los cinco programas que se trasmitieron en 1957 en la televisión mexicana, y que la UNAM rescató, restauró y están localizables en youtube con el titulo con que se trasmitieron: Charlas Mexicanas. Allí tres inteligentes mexicanos: José Vasconcelos, Alfonso Junco y José Carrión; por cierto, con ideas distintas y hasta enfrentadas entre sí, charlan tranquila, libre y respetuosa sobre temas de la historia de México, sin atropellarse, ni descalificarse, más bien, enriqueciéndose entre sí, confirmando, creo, lo que Zaid 56 años después escribe atinadamente: “En la cultura la vida sube de nivel…la conversación entre lectores inteligentes…hace más habitable el mundo.”(Ídem).
¿Se atreve?