ÉXITO EN LOS ERRORES ©
Por Nacho Navarro
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Nadie en sano juicio queremos cometer errores, coincidirá; por el contrario, estamos acostumbrados a buscar y obtener logros haciendo que las cosas nos salgan y se den a la primera –de preferencia-si no, que de perdis, como decimos aquí, sea a la segunda, máximo a la tercera cuando salga como queremos. Aceptar los cometemos, menos.
Pero la experiencia, la suya, la mía y la de tantas y tantos familiares, amigos, colegas, socios, jefes, vecinos, compañeros, se encarga de ubicarnos en la realidad.
Viene a mi memoria, usted se acordará, el slogan de un comercial de los setentas de una marca de brandy mexicano que decía más o menos así: si las cosas que valen la pena se hicieran fácilmente, cualquiera las haría. No deseo detenerme en qué es lo que vale la pena, sino en compartirle, lo siguiente:
Charles Handy de la fundación Drucker sobre gerencia, afirma que el dinero es una forma burda de medir el éxito, con lo que estoy de acuerdo. Y nuestro paisano empresario Don Carlos Slim, advierte que no hay que buscar cometer errores, sino aprender de los que cometamos, sin querer. ¡Bien!
Y el fundador de la IBM Tomas Watson recomendaba que para aumentar nuestros logros (póngale el nombre que quiera), antes debíamos aumentar el número de nuestros intentos. Sabiduría pura, ¿no?
Aunque percibo es bueno meditar que el dinero es valioso (no tanto, como a veces exageramos); que cometer errores no es nada agradable, más cuando molestamos a otras personas (papás, pareja, hijos, amigos, jefe, socio, clientes o autoridades); que frecuentemente nos cansamos y, peor, nos desanimamos en nuestros intentos de cambio y mejora, cualesquiera que sean.
De aquí que nos convenga entrenarnos a ser exitosos en cada uno de nuestros errores, equivocaciones, metidas de pata y/o soberbias directivas, como llama un buen amigo empresario a los fracasos en los negocios y empleos directivos; ayudándonos para ello de las personas adecuadas que en lugar de hundirnos en nuestras propias lamentaciones y críticas severas que a nada bueno conducen, nos apoyen a sacarle el mayor aprovechamiento hoy.
El pasado sólo existe en la memoria y estarlo recordando de manera negativa, casi siempre consigue resentirnos (literalmente volvernos a sentir mal). Cultura (costumbre) muy fomentada, si no le ponemos un alto tranquilamente, en reuniones de amigos, colegas, vecinos y hasta de familiares, por cierto.
Pudiendo empezar a ser exitosos en nuestros errores, observo; por ejemplo, leyendo y aprendiendo en el interesante libro del periodista estadounidense Bob Sellers titulado: Errores de grandes empresarios. 21 relatos de empresarios que transformaron errores en éxitos de Profit editorial y Forbes, donde se les da voz en primera persona a hombres y mujeres que si bien han alcanzado fortuna y fama, nadie dejó de cometer errores, algunos muy graves. Ninguno los paralizó en su afán de continuar intentándolo una y otra vez, hasta lograr lo que se proponen, volviéndose una cultura valiosa de su arquitectura humana.
Por ello permítame recordarle mi invitación: sácales provecho a algo que nunca nos faltarán, en ninguna parte: errores.
No me crea.
¡Hágalo!