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LA FORMULA W. CARRIER ©

Por Nacho Navarro
nachocontracultura@outlook.com

Puede ocurrir que usted y yo, queriendo lograr algo bueno -póngale el nombre que quiera-, a la mera hora no lo conseguimos, así lo hubiésemos pensado de manera positiva, optimistas, en las mejores condiciones y hasta bien asesorados, quizá. Vamos, aunque le hubiésemos “echado ganas”, como mexicanamente acostumbramos decir aquí. Y nada.
Conoceremos personas bien intencionadas, por lo menos usted y yo, que cuando planean algo; por ejemplo, abrir un negocio; buscar un nuevo o mejor empleo; escoger una carrera profesional; cambiarse de barrio o simplemente planear sus próximas vacaciones, se enfocan en lo positivo, pensando optimistas, los logros al realizarlas; lo cual conviene efectuar, y con lo que estoy de acuerdo. Por supuesto.
Pero si no logramos lo que queremos, y lo pensamos serenamente, por qué no nos salió como queríamos, qué fue lo que nos faltó o sobró, puede que nos encontremos, como causas de muchos de nuestros fracasos; entre otras, las dos siguiente:
1.- Que sólo le “echamos muchas ganas”, nos sobró optimismo y mucho apego a nuestras intenciones positivas, y/o
2.- Desde el inicio faltó incluir más datos duros e información clara, y por encima de todo -a las y los “positivos” y “optimistas”-, pensar en algo que no nos gusta, rechazamos y del cual huimos en cuento escuchamos: la posibilidad de fracasar y que no salga cómo queremos.
Por lo que le invito a entrenarnos, bien acompañados si se puede, a incorporar en nuestra arquitectura personal, cuando queramos asegurarnos de lograr algo, lo más serenamente posible, lo que hoy se conoce como LA FORMULA W. CARRIER, por lo siguiente:
Willis Haviland Carrier (1876-1950) fue un ingeniero norteamericano, inventor, sí del famoso aparato de aire acondicionado, que lleva su apellido. Gracias al cual, desde entonces, por cierto, en la época de verano con fuerte calor, el auge económico del sudeste de los EEUU y del resto del mundo, es una realidad palpable.
Le comparto que W. Carrier en sus inicios como empleado, enfrentó un reto complicado en una gran fábrica: Instalar un purificador de chimenea que evitara el humo contaminante del aire. Si fracasaba, la compañía donde trabajaba perdería mucho dinero y él su puesto. En lugar de preocuparse, lamentarse y ponerse triste se propuso dar lo siguientes tres pasos: 1o.- imaginar lo peor que le podría suceder, si no lo lograba, con todos su pros y contras; 2o.- Aceptar lo peor que le pudiera pasar, como algo necesario, enfocándose en los aprendizajes que le pudieran reportar, viéndolo como una batalla perdida y no la guerra, y 3o.- Dedicarse con toda calma, tiempo y energías a resolver aquel problema que se le presentaba: lograr parar el humo contaminante, pensando, pensando, pensando, reuniendo los recursos necesarios y datos duros disponibles.
¿Qué pasó? W. Carrier logró adaptarle unos purificadores de aire a las chimeneas, con muy buenos resultados. La Compañía no perdió el dinero, que “temía” perder, sino que obtuvo una buena ganancia y consiguió más contratos. Él, en lugar de “perder” su puesto, consiguió un buen ascenso. (Cf. Cómo vencer las preocupaciones D. Carnegie y E. Sálesman Ed. San Pablo 2004).
Claro, incorporar estas tres sencillas etapas de LA FORMULA W. CARRIER, puede que no nos resulte una “varita mágica” para todas nuestras preocupaciones. Y está bien.
Lo que sí nos permitirá a usted y a mí, seguro, es ahorrarnos fracasos y preocupaciones en que de repente usted y yo vivimos o nos inventamos, por miedo, si anticipadamente, como lo demuestra esta inspiradora historia, la aplicamos a nuestras vidas.
Se antoja, ¿no?