PENSAR BIEN VIVIR BIEN ©
Por Nacho Navarro
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Nos sucede con frecuencia, estará de acuerdo, que la imagen que nos formamos de qué es VIVIR BIEN, para usted y para mí, cantidad de veces lo hacemos al revés de lo que recomiendan quienes saben del tema.
Así nos introyectamos en nuestras mentes que, para VIVIR BIEN, primero hay que tener; por ejemplo: grados académicos rimbombantes para acceder a negocios o posiciones importantes, aunque nuestro sabio Gabriel Zaid (84) evidencia y lamenta que nuestras universidades, las más veces sirven sólo para expedir títulos, no talento (Cf. El progreso improductivo. Océano 1999); habitar en determinadas zonas residenciales; adquirir vehículos o gadgets llamativos; eliminar las arrugas y canas de nuestros rostros (Contenido 656) o últimamente subir a internet o salir en algún medio, junto con alcanzar “x” miles de likes y seguidores en las redes sociales, éstos obtenidos muchas veces artificialmente, por los denominados “acarreados” virtuales o bots (Contenido 648).
O habrá escuchado: “cuándo tenga “x” millones de pesos, entonces me jubilaré y me dedicaré a viajar, descansar y a hacer lo que me gusta.” Y al tiempo, usted y yo, nos damos cuenta de que esto jamás sucede. De echo las personas que tienen mucho dinero, “fama” y poder son las más inseguras, coincidirá. Basta verles la cara, desconfiados hasta de su propia sombra y apegadísimos a su estatus social, para darnos cuenta lo chafa -como decimos aquí- de ese vivir.
¿Entonces?, con toda razón se preguntará.
De aquí que lo invite a prepararnos para revertir esta costumbre en usted y en mí, comenzando por observar tranquilamente qué traemos en la mente y cuáles y cuántas de las acciones antes mencionadas nos provocan y repetimos a lo largo del día, las más veces inconscientemente, por supuesto. Hacerlo bien acompañados, nos lo facilitará. Le comparto:
El economista norteamericano Richard H. Thaler (72), galardonado con el Nobel 2017, actualmente catedrático de Economía y Ciencias del Comportamiento de la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago y desde hace más de 40 años miembro destacado del grupo de investigadores de lo que se conoce como la economía del Comportamiento, en su recomendable libro Un pequeño empujón (Editorial Taurus. 2009), escrito con el abogado por Harvard, Cass R. Sunstein (63), también profesor en Chicago, plantean documentadas investigaciones de las consecuencias personales, que han tenido y tienen negativamente en la vida de las personas sus decisiones, mal reflexionadas.
Para ello se valen de estudios serios, entre otros, los realizados en grupos de enfoque, donde se detecta la influencia de otras personas para bien y mal, al igual que los insistentes factores externos (vr.gr. colegas, vecinos, familiares, amigos, información sesgada o convenienciera publicidad de agentes y propaganda en medios masivos), o la propia percepción personal a través de nuestros sentidos del oído, vista, olfato, gusto y tacto, que acaban influyéndonos, más de lo que creemos.
Aquí lo interesante percibo de su sugerencia a revisar lo que Thaler y Sunstein llaman: la arquitectura de nuestras decisiones y así, advierten, hacernos consientes de qué es lo que pensamos y decidimos; semejante, me parece a lo que le escuché a una feliz china de 80 años compartir sobre que: “los buenos pensamientos son los mejores compañeros. Con ellos no me siento agobiada” (Cf. Documental En el techo del mundo. Canal de TV China CGTV español 22 de diciembre/16).
Esto lo confirman documentadamente Thaler y Sunstein.
PENSAR BIEN por supuesto facilita VIVIR BIEN