APRENDIENDO A PENSAR ©
Por Nacho Navarro
nachocontracultura@outlook.com
Estará de acuerdo que hemos logrado significativos avances en el imaginario colectivo que hoy nos hace consientes, entre otras, de las graves repercusiones tanto en lo personal, como sociedad en general, de repetir cotidianamente malos hábitos alimenticios, lo mismo con la no incorporación a nuestra arquitectura personal de la cultura de practicar con regularidad ejercicio físico, que como país nos ubica y mantiene -hace tiempo- en los primeros lugares del índice de personas obesas y de población infantil con esta enfermedad.
Por lo anterior, le invito a interesarnos en hacernos conscientemente consientes, de lo conveniente de: APRENDER A PENSAR.
De entrada, y está en su pleno derecho, puede replicarme: no lo necesitamos, con el razonamiento de que llevamos mucho tiempo haciéndolo; esto es: PENSAR. Y visto así, resulta ilógica mi invitación y muy sensata su posición. Como repetidas veces me sucede con quienes interactuó y hago misma invitación.
Pero igual pasa, coincidirá, con el fenómeno de la obesidad: los alimentos los consumimos toda la vida, pero es su calidad y contenido lo que nos daña y enferma.
Esto mismo nos puede suceder con lo que pensamos. Ante lo cual, le comparto lo siguiente:
En 2002, por primera vez en la historia de los premios nobel de economía, se le otorgó este prestigiado reconocimiento a un no economista por haber desarrollado la: Teoría de la Perspectiva, trabajo pionero que integra en las ciencias económicas, lo concerniente al juicio humano y la toma de decisiones en entornos de incertidumbre, el psicólogo israelí-estadounidense Daniel Kahneman (85), doctorado en la norteamericana Universidad de California en Berkeley, quien en 2011 publicó su interesante ensayo titulado: Pensar rápido, pensar despacio (cf. Penguin Random House Grupo Editorial colección DEBOLSILLO 2017), en donde comparte de manera asequible su visión y experiencia del comportamiento humano, citando además serias y probadas investigaciones llevadas a cabo en el área del pensamiento humano y su repercusión en la vida de esas personas estudiadas en particular, y la influencia en otras y sus entornos, de aquí que Kahneman sintetice, fundado en sus observaciones, que en las personas existen dos maneras de pensar: una rápida, otra despacio. Siendo la primera la que más usamos en general, producto -entre otras cosas- apunta este premio nobel de economía, por la flojera que nos da PENSAR, influidos por la cultura de quererlo todo rápidamente, lo cual va en contra de la naturaleza, en donde todos sus ciclos llevan su tiempo.
De aquí que, estudiando este ensayo de Kahneman, podamos observar, entre otras, tres acciones altamente recomendables, me parece, para incorporar a nuestra arquitectura humana, y así usted y yo estaremos, sin ninguna duda, APRENDIENDO A PENSAR para percatarnos cotidianamente:
Primero: cómo pensamos;
Segundo: qué nos influye y
Tercero: pensar, pensar, pensar, pensar, pensar antes de actuar.
Le invito.