OPTIMISTAS “W”©

Por Nacho Navarro
innavalle@hotmail.com @nachonavarro8

Sigo recibiendo variada retroalimentación por decidirme este 2012 a investigar y escribir sobre optimistas, principalmente. Todas las agradezco y mi inspira a compartirle, lo siguiente:
Estará de acuerdo conmigo que nada nos suena más falso, que esas ofertas y “soluciones” comerciales –en el medio que quiera y guste- que supuestamente nos “instalan” en la permanente felicidad…Por haber “logrado” esa cara bonita ya, sin “arrugas”, ni manchas; o por la silueta “perfecta”; el color “blanco” de piel; la salud “perfecta”. O porque ahora “sabemos” decretar “abundancia” de lo que se nos antoje. O también, porque ya obtuvimos el “grado” de especialistas, maestros y doctores en desarrollo de no sé cuánta novedad y/o tomamos todos los cursos de “prosperidad”, “éxito”, etcétera, etcétera. ¿La realidad?
Que a pesar; por ejemplo, de tanto “producto milagro” de salud, hoy como nunca, se engaña al público, ósea a usted y a mí, si nos descuidamos, y a penas se logró –a Dios gracias- dotarle de un instrumento legal a la agencia gubernamental mexicana, encargada de protegernos de ello, y hoy ya puede ordenar retirar todos los infomerciales que no avalen con datos científicos sus “milagros”. No deseo detenerme en ello, sino en lo conveniente de vivir OPTIMISTAS literalmente de manera “W”; me explico:
Así como la trayectoria del dibujo de esta letra empieza arriba y va abajo, luego a arriba y vuelve abajo, para finalmente volver a arriba y allí termina. Igual percibo nos sucede siendo y queriendo vivir OPTIMISTAS, allí donde estemos. Y más nos conviene admitir tranquilamente que estar y ser OPTIMISTA es una práctica forma de vivir, no algo que podamos comprar envuelto en una pastilla o liquido –aunque haya quien crea que beber alcohol, tomar drogas o vestir determinar marca, lo(a) hace “mejor”-, por lo que nos haremos un gran favor usted y yo y a quienes estén cercanos a nosotros, si serenos nos auto observamos y mantenemos optimistas (arriba), aún si vemos que luego vamos abajo (menos optimistas, por lo que sea), lo interesante será que igual que con la “W”, volvemos a arriba (siempre hay razones, por lo menos una) y a estar optimistas, tranquilamente.
Lo contrario, observo, es perdernos y seguirle el juego a esa cultura (costumbre) que nos vende llevarnos al paraíso perdido: Shangri-La de la novela Horizontes Perdidos (1933) del inglés James Hilton (1900-1954). Que según se sabe, por cierto, nadie ha encontrado aún, por más que hayan ido lejos a la India, aquí cerca a Valle de Bravo en el Estado de México o a Catemaco, Veracruz u otro lugar donde cobren por ver, el supuesto paraíso terrenal. ¿Se anima?
El más agradecido será usted; después, quienes estén cerca.
¡Se lo aseguro!