MILLONARIOS QUE CONVIENEN ©
Por Nacho Navarro
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Ante las crisis y a veces acaloradas discusiones sobre quiénes son los “malos”, -casi siempre asignándoles este rol, a quienes tienen bienes materiales- y quiénes los “buenos”, asociándolos con lo que no tienen, sobre todo en la región más desigual del planeta: Latinoamérica, que según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), tenemos 10 países de los 15 más desiguales del mundo. Es interesante reflexionar tranquilamente por qué, observo.
Y quizá, una de las razones que asignamos dichos estereotipos, sea al hecho real o exagerado de que a muchos de nuestros millonarios se les asocian a poderosos políticos y a éxitos “logrados” con mentiras, favoritismo y/o tráfico de influencias, que para el caso es lo mismo: corrupción.
De aquí que nos convenga saber e imitar la vida de personas que triunfan y alcanzan fortunas considerables, sin recurrir a esta cultura tramposa, creo. Hoy deseo compartirle la de un hombre, que por cierto su empresa invierte y hace negocios en nuestro país y que por investigaciones in situ, se observa y confirma, lo que un destacado directivo bancario expresa: “ningún liderazgo es tan eficaz como el ejemplo del propio líder”. Vea:
Según el portal de negocios Bloomberg, en su oficina hay mesas y sillas plegables, y si invita a alguien a reunirse, él mismo baja al vestíbulo a recibirlo. Acostumbra responder a sus llamadas. Siendo estudiante, descargó colchones en una tienda local, y al ser promovido decidió dejar la Universidad.
Su nombre es James (Jim) Sinegal (79), norteamericano cofundador y presidente ejecutivo por 19 años, hasta 2012, de la novena cadena de supermercados más grande del mundo y que cotiza en el mercado bursátil Nasdaq: Costco.
Basta pensar en alguien que tenga una empresa, más o menos exitosa, para que nos venga una imagen totalmente diferente a la de Jim, revestida de mucho dinero y “glamour” sólo, ¡claro!, para el dueño, sus hijos(as) y personas favoritas. Usted puede pensar, tiene todo el derecho, que exagero y estoy equivocado.
Afortunadamente Jim vive la idea de que el empresario que paga bien a sus empleados: “va obtener buenas personas y una gran productividad.”
Jim practica una cultura de puertas abiertas con todos ellos. Lo que ha colocado a esta empresa, con una de las más bajas tasas de deserción laboral y más altas en remuneración.
Posee una clarísima filosofía, sobre las ganancias rápidas, cuando expresa “Wall Street vive para hacer dinero entre hoy y el jueves próximo. …nosotros no podemos hacer lo mismo. Queremos una compañía que siga aquí los próximos 60 años.”
Así, le incomoda que existan empresas en donde haya individuos que ganan hasta 300 veces más que el empleado promedio. Para Jim no es correcto. Tampoco para nadie, percibo. Sin embargo, repite constantemente que su empresa es un buen negocio. Sin duda, al juzgar por su tamaño y beneficios.
De aquí que este arquetipo de empresarios y directivos –discreto, sencillo, exitoso- convenga a todos creo, si nos cae antes, el veinte de este sabio refrán español: “el bien no hace ruido y el ruido no hace bien.” A grado tal, que ha llevado a la experta en gobierno corporativo Nell Minow a decir que le encantaría clonarlo.
¿A quién no?